"El cambio migratorio que hemos vivido en Portugal y el gran aumento de la inmigración en los últimos años es uno de los mayores cambios demográficos que ha experimentado el país desde el siglo pasado", afirmó el ministro, al margen de otro debate del ciclo de conferencias "Lisboa - Una ciudad para todos", esta vez sobre los inmigrantes.

En 10 años, el número de extranjeros se ha cuadruplicado en Portugal y ha creado "un desafío para décadas". Debatiremos las consecuencias y la forma de afrontar este cambio demográfico durante décadas", afirmó el ministro.

"La gente es consciente hoy de que, en Portugal, hubo un período de puertas abiertas de par en par, en el que entraron muchas personas y en el que el Estado y la comunidad no estaban preparados para recibirlas adecuadamente", destacó.

"Había inhumanidad en el trato a los que llegaban y había una sensación de malestar entre los que estaban aquí, portugueses y extranjeros", recordó el ministro, que hace un año presentó el Plan de Acción para la Migración, que incluía 41 medidas para el sector, la principal de las cuales era el fin de las manifestaciones de interés, un recurso legal que permitía la regularización en Portugal incluso sin visado de trabajo y que fue utilizado masivamente por muchos extranjeros.

"Hubo un Gobierno que cambió su política, siempre con una lógica moderada", con "más regulación y más control, en el que las leyes tienen consecuencias y en el que la integración se ve como un derecho de los que llegan, pero también como un deber de integrarse", explicó Leitão Amaro.

Con este "camino de moderación", será posible evitar "convertirnos en otra de esas sociedades desgarradas por el odio y el resentimiento entre los que están aquí y los que vienen, entre los portugueses y los extranjeros".

1 año

Hoy se cumple un año del anuncio del Plan de Acción sobre Migración, un documento "para cuatro años, que tiene un nivel de aplicación de cerca de dos tercios".

"Creo que se ha hecho mucho, creo que el país debe estar orgulloso de lo que hemos hecho colectivamente, pero aún queda mucho por hacer", dijo.

"Seguimos dentro del espectro de la moderación humanista", a diferencia de otros países donde la "única respuesta que tuvo la gente fue una respuesta radical, deshumanizadora, basada en hechos falsos alentados por fuerzas extremistas", subrayó el ministro.

El país tiene la obligación de "presentar al país respuestas que funcionen y no sean extremistas", evitando la "aceleración de miedos y resentimientos".

"No hay sociedad feliz si la gente se odia", añadió.