El recién presentado tren internacional pretende conectar 39 capitales mediante trenes capaces de alcanzar velocidades de entre 300 y 400 km/h, ofreciendo una alternativa rápida, moderna y sostenible para los viajes de larga distancia en el continente.

Con más de 22.000 kilómetros previstos, la red pretende conectar Lisboa con ciudades como Helsinki, Bucarest o Kiev, pasando por varios corredores estratégicos europeos.

Según Executive Digest, esta semana se debatió en Bruselas una nueva propuesta de calendario, que señala 2035 como fecha límite para la finalización de los primeros tramos de la red, dando prioridad a los ejes París-Madrid y Viena-Berlín.

El plan original ya incluía Portugal, pero fuentes vinculadas a la Comisión Europea confirmaron que el tren de Lisboa a Madrid podría ser uno de los primeros en avanzar. La infraestructura existente entre ambas capitales, aún limitada, debería ser objeto de una inversión inicial de más de 6.000 millones de euros para adaptarse a la alta velocidad.

La propuesta se ajusta a los objetivos del Pacto Verde Europeo, que prevé duplicar el tráfico ferroviario de alta velocidad de aquí a 2050. Según el nuevo informe publicado por "21st Europe", las obras en Iberia podrían comenzar ya en 2027, si se materializa la financiación prevista por el Mecanismo "Conectar Europa".

Según la misma fuente, el proyecto Starline mantiene el concepto de trenes inspirados en la bandera de la Unión Europea, con estrellas en los vagones e interiores diseñados para el confort en largas distancias. Cada tren tendrá zonas tranquilas, compartimentos familiares, cafeterías y Wi-Fi de alta velocidad.

También se rediseñarán las estaciones. Lisboa, por ejemplo, podría ver transformada la Gare do Oriente en un eje ferroviario con zonas verdes, galerías culturales y servicios digitales, según se debatió en el taller "El futuro de las estaciones europeas", celebrado en Valencia a principios de junio.


Gobernanza y sostenibilidad

Según Executive Digest, la propuesta incluye la creación de una nueva Autoridad Ferroviaria Europea (AFE), independiente de la Agencia Ferroviaria de la Unión Europea, con mayores competencias para gestionar y supervisar la red Starline. Las operaciones se confiarán a empresas privadas bajo regulación pública, mientras que la financiación correrá a cargo de fondos europeos y contribuciones nacionales.

La red utilizará exclusivamente fuentes de energía renovables, con paneles solares en las estructuras de las estaciones y contratos de suministro directo con productores de energía eólica y solar.

A pesar de la ambición, sigue habiendo retos. La plataforma "Europa oculta", mencionada por la fuente antes citada, ha vuelto a advertir de la complejidad del proyecto, especialmente en zonas montañosas y sumergidas. El plan de construir un túnel entre Roma y Zagreb sigue suscitando dudas sobre su viabilidad técnica y el coste estimado de 40.000 millones de euros.

El coste global del proyecto, que ya ha superado los 800.000 millones de euros, está siendo debatido en el Parlamento Europeo. Mientras algunos Estados miembros defienden la inversión por considerarla estratégica, otros advierten del riesgo de que se produzcan excesos presupuestarios.

¿Y qué pasa con los vuelos de bajo coste?

Aunque Starline ha sido señalada como una amenaza para los vuelos de bajo coste, sigue dominando el mercado. Sin embargo, un estudio publicado este mes por la Universidad Técnica de Delft revela que, en los corredores con conexiones ferroviarias de alta velocidad, como París a Lyon o Madrid a Barcelona, la cuota de pasajeros de tren ya ha superado el 65%.

En Portugal, según Executive Digest, la reducción prevista de vuelos entre Lisboa y Madrid podría alcanzar el 70% en 2040, si el corredor de alta velocidad sigue adelante. Sin embargo, aerolíneas como Ryanair y easyJet han reforzado las conexiones alternativas y lanzado campañas para retener a los pasajeros, lo que indica que la competencia entre el avión y el ferrocarril está lejos de decidirse.