No es una transformación limitada a la naturaleza, pues refleja nuestros propios ciclos. El invierno es una época de introspección y reposo, un tiempo para "invernar" en nosotros mismos, replegándonos sobre nosotros mismos, haciendo planes y afianzando los sueños para los tiempos venideros. Ahora, cuando la primavera empieza a emerger, también lo hacen los frutos de nuestro trabajo interior. Como tiernos brotes verdes, nuestros planes empiezan a surgir, nutridos por el autocuidado y la luz de la intención positiva. Esta estación nos invita a nutrirnos a medida que crecemos y florecemos.
He aquí algunas formas de alimentar este mágico proceso:
Practica la autoconversación positiva: Las palabras crean mundos, háblate a ti mismo con amabilidad y ánimo, y crea confianza en tu dirección. La autoconversación positiva y la autocompasión nos convierten en nuestros propios animadores. Cuando nos animamos y reconocemos nuestros esfuerzos, creamos una base de fuerza interior.
Establece límites saludables: Protege tu energía invirtiendo intencionadamente tu tiempo y tus relaciones. Protégete contra el agotamiento de tu batería social. Poner límites a nuestra energía nos permite dedicarnos plenamente a lo que realmente importa en la vida sin agobios. Esto puede significar decir no a las obligaciones sociales cuando necesites descansar, de modo que dispongas de energía para el crecimiento personal y la creatividad.
Permítase tiempo para simplemente ser: La vida no tiene por qué estar en constante ebullición. Dé a su cuerpo momentos de descanso, de reflexión.
Dé prioridad al cuidado personal: Los pequeños gestos de cuidado -un baño caliente, paseos silenciosos, descanso- se combinan para ayudar a nutrir el espíritu y a ser más íntimos, más uno con nosotros mismos. El descanso es uno de esos actos de autocuidado tan necesarios que ayudan a reavivar la conexión entre nuestra mente y nuestro cuerpo. Puede consistir en un descanso físico, en momentos de tranquilidad espiritual o en salidas a la naturaleza.
Rodéate de gente positiva: Encuentra amigos que te inspiren, apoyen y aporten alegría. Un entorno enriquecedor fomenta el crecimiento y la satisfacción. Rodearnos de personas que nos apoyan y nos animan nos abre el corazón. Las relaciones reales nos recuerdan el valor del cuidado y el amor mutuos.
Créditos: Unsplash; Autor: dustin-humes;
Crear espacio para crecer: Si las plantas necesitan sol y agua, nosotros también necesitamos crecer emocional y espiritualmente. Esto puede significar escribir un diario, practicar la gratitud o encontrar salidas creativas que alimenten nuestra chispa interior.
Al llevar a cabo estas prácticas, creamos una vida más amable que deja espacio para el equilibrio en el conocimiento de uno mismo, dando prioridad a la paz interior, que nos deja satisfechos y profundamente nutridos desde dentro.
Al adoptar prácticas que honran nuestro bienestar, creamos un entorno en el que podemos florecer emocional, mental y físicamente. Este enfoque más suave de la vida no consiste en evitar las pruebas, sino en enseñarnos herramientas y hábitos que nos faciliten la tarea de superarlas. Es vivir una vida en equilibrio, desde dentro, lejos de la validación externa, desde un lugar enraizado en el autocuidado, la intencionalidad y las conexiones de calidad. Nos volvemos resistentes a las tormentas de la vida a medida que aprendemos a vivir con suavidad. Abrimos nuestras vidas a la alegría, la creatividad y el crecimiento nutriéndonos y creando un estilo de vida impregnado de equilibrio y nutrición. Sintonizamos mejor con los ritmos de la vida, y encontramos una satisfacción más profunda y una sensación de paz duradera.
Este viaje hacia una forma de vida más suave no es un regalo sólo para nosotros mismos, sino una forma de contagiar positividad a los que nos rodean, inspirándoles a encontrar su propio camino hacia una vida que no sólo se vive, sino que se aprecia de verdad.
Ahora que la primavera empieza a ocupar su lugar, alimentemos nuestro jardín personal con paciencia y propósito. Al hacerlo, llevamos una vida que empieza a florecer por fuera, pero que empieza por dentro. Esta estación de renacimiento es un momento ideal para crecer, florecer y asimilar el suave ritmo de la vida.
Cristales que ayudan a crear una vida equilibrada
Amatista
Amatista para el equilibrio emocional. Este cristal morado tranquiliza la mente y ayuda a liberar el estrés y la ansiedad. Será perfecto para sesiones de meditación o para tener junto a la cama para dormir.
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Labradorita
La labradorita es una piedra de protección y equilibrio. Esta piedra iridiscente permite conectar con el yo superior y enraíza la energía. Si se lleva en el bolsillo durante periodos de estrés, aumentará la capacidad de concentración y de toma de decisiones.
Turmalina negra
La turmalina negra es uno de los cristales de conexión a tierra más conocidos. Absorbe la energía negativa y ayuda a sentirse seguro. Colócala en tu casa o en tu lugar de trabajo para protegerte de las distracciones y crear un ambiente tranquilo.
Te deseo un febrero mágico.