Los claustros del museo se llenaron para acoger el libro (publicado por Edições Vieira da Silva), que cuenta con ilustraciones de Andrea Ebert y un prefacio de Magda Costa Carvalho. Surge como un homenaje "al poder creativo de cuestionar y pensar juntos" y nació de años de trabajo en Filosofía con/para Niños, según la autora.
La interacción entre la narración y el cuestionamiento da forma a la historia, y Luísa Monteiro compartió algunas de las preguntas que aparecen en los márgenes del libro: "¿Hay tareas que no se deben hacer?"; "¿Qué es el trabajo?"; "¿Por qué trabajamos?"; "¿Qué pueden hacer las palabras?"; "¿Qué significa ser valiente?". "Si Aristóteles leyera este libro", añadió, "diría que es una obra perfecta o casi perfecta, por un lado, por contener todos los elementos de un héroe trágico y, por otro, por tener los componentes esenciales de un juego".
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Para Luísa Monteiro, el personaje Lápiz Azul "encarna plenamente el viaje de un héroe trágico - nacido con el oficio de rascar, pero cuyo exceso de celo le lleva al horror de darse cuenta de que partes del mundo han dejado de existir. Por su culpa. Este reconocimiento impulsa el descubrimiento de su identidad, produciendo la catarsis, que se produce cuando el acto de tachar da paso a la escritura".
También se refirió a la figura histórica del lápiz azul, creado por la empresa Viarco, que sirvió a los fines de la censura durante 48 años. "Tachaba libros, periódicos, poemas, dibujos... todo lo que iba en contra del régimen dictatorial", recordó. "El problema", planteó, "es que hoy, cincuenta años después, volvemos a estar llenos de miedo. Una vez más, tenemos miedo de este fantasma: que alguien borre nuestras palabras, nuestros pensamientos, nuestras opiniones".
Reflexionando sobre la actualidad, Luísa Monteiro estableció una analogía entre la censura moderna y el algoritmo."El lápiz azul es, por tanto, un libro muy urgente, muy oportuno. Porque, una vez más, estamos hablando de un nuevo tipo de esclavitud".